ECOLOGÍA Y TERRITORIALIDAD DEL JABALÍ EN ÁLAVA

Si la becada es, indiscutiblemente, la reina de la caza menor...

Florencio A. Markina Lamonja
Ibon Telletxea García

EQUIPO TECNICO DE ARAN SERVICIOS AMBIENTALES

 

 

Si la becada es, indiscutiblemente, la reina de la caza menor en nuestra Comunidad, el jabalí, ha conseguido, en los últimos años, situarse a la cabeza del interés venatorio de nuestros cazadores de mayor. No deja de ser curioso, que son precisamente aquellas especies sobre las que menor atención de gestión se realiza, las que mayor presión de caza reciben. Porque no nos engañemos, si algo caracteriza a la gestión del jabalí es la ausencia de la misma, la improvisación basada en la enorme dificultad que supone regular unas poblaciones tan complejas social y demográficamente.

Aunque en el territorio alavés las especies de caza menor sedentaria siguen presentando unos balances demográficos más que aceptables –en comparación con otras zonas norteñas peninsulares-, el necesario control de la presión de caza, hace que muchos aficionados se decanten por un tipo de aprovechamiento, muchas veces más irregular, pero con mayor oportunidad de jornadas de caza. Por otra parte la componente social de la actividad cinegética tiene su máxima expresión en la caza del jabalí. Pensemos por un momento que históricamente la caza social ha jugado un papel relevante en el desarrollo del lenguaje humano con lo que ello representa para el avance de la civilización. Además en el caso del jabalí se conjugan varios hechos que lo hacen atractivo desde el punto de vista de la caza, como es su fiereza y combatividad, su estrategia demográfica –ya que puede mantener niveles de población altos en comparación con otros ungulados de su tamaño- y la producción de daños agrícolas.

La caza del jabalí en Álava

En el caso concreto de Álava, la persecución por caza que se ejerce sobre la especie es francamente llamativa. Si a las más de 1.500 batidas de caza en temporada, añadimos las esperas nocturnas en verano-otoño –conceptuadas erróneamente como método de prevención de daños-, la caza al salto, los accidentes de carretera y la presión que se ejerce sobre la población de manera ilegal y furtiva –que no es poca-, el resultado de capturas de cada año puede rebasar, con mucha facilidad, los 2.500 ejemplares. Y lo peor ya no es, desde el punto de vista de la gestión, la pérdida de efectivos poblacionales, sino la falta de criterio a la hora de seleccionar la captura y la falta de asentamiento de las poblaciones por persecución directa o indirecta, sobre todo en períodos críticos para su supervivencia como son el invierno o la época de cría.

 

 

Sin embargo, a pesar de todos los factores en contra reseñados y de la predación natural -que aunque la olvidemos, existe-, estamos en los últimos años asistiendo a un proceso aparentemente imparable de ascensión demográfica. Pero no podemos obviar que las poblaciones animales aguantan lo que aguantan, que ejemplos históricos hay a cientos, de que lo que hoy es prosperidad antaño fue penuria y escasez, incluso hasta extinción total a nivel local o regional; y todo ello, casi siempre, con la mano del hombre como responsable directo. En ningún momento podemos permitir, como cazadores o como gestores, que bajo la bandera del contento social, condenemos a una especie a la regresión. Si algo debe caracterizar a la caza, entendida como actividad ancestral, social y dotada de modernidad, es la sostenibilidad. Una sostenibilidad basada en el conocimiento profundo de la biología de las especies y en una concienciación de que la caza es algo más que perseguir y abatir a un animal, sino que por el contrario, la actividad no está exenta de responsabilidad y que estamos obligados a permitir “cumplir” a los animales sobre los que predamos. Cierto es que muchos son los intereses económicos que se mueven en torno al jabalí, tanto a nivel cinegético como en el plano agrícola (daños), pero eso no puede justificar nunca el abuso y el deterioro de la población. No debemos nunca olvidar que lo que hoy hagamos mal podemos pagarlo muy caro en el futuro.

La investigación como pieza clave de la gestión

 

 

La extraordinaria adaptación de la especie, tanto a medios forestales como a medios agrícolas, y su patente omnivorismo trófico, hace que las investigaciones sobre su biología y comportamiento adquieran una importante relevancia a nivel local. Aunque son extensos los trabajos que, dentro y fuera de nuestras fronteras, han puesto en evidencia que estamos ante una especie con una capacidad de supervivencia extraordinarias, las últimas investigaciones apuntan a que el peligro de su conservación puede venir de la excesiva presión de caza que rompe estructuralmente sus complejas relaciones sociales y reproductivas, además de por vía sanitaria, ya que por sus características, es una especie que puede actuar de reservorio de muchas enfermedades. Además está el problema de los daños, en parte autogenerado por la propia intensificación de la producción agraria y por los cambios en los hábitos de cultivos tradicionales, pero que, sin duda, provoca una persecución de la especie, muchas de las veces, de forma desmedida e incontrolada, además del substancial perjuicio económico causado al sector primario.

En este contexto, la Asociación de Cotos de Caza de Álava, inicia un costoso proyecto de estudio del jabalí en el territorio alavés, con unos objetivos muy claros: adaptar el aprovechamiento cinegético a la biología de la especie en nuestros ecosistemas de transición, y estudiar el proceso de la producción de daños agrícolas y la posibilidad de aplicación de medidas correctoras. Así en 2005, con el inestimable apoyo científico de la Oficina Nacional de la Caza y la Fauna Silvestre de Francia, nos embarcamos en un ambicioso proyecto de captura y radiomarcaje de jabalíes en nuestro territorio (ver accazadores, 10), cuyos primeros resultados, tras más de años y medio de trabajos, ahora presentamos.

Avance de resultados

Tras un año de trampeo, dificultado por la baja densidad de jabalíes de la zona de estudio, se han conseguido capturar un total de 10 ejemplares, si bien 2 de ellos fueron recapturados por segunda vez a los 7 meses de su liberación tras el marcaje de su progenitora en julio de 2005.
Una vez radiomarcados, todos los jabalíes han sido controlados al menos 3 días por semana a horarios diferentes, aunque debido a problemas logísticos y de disponibilidad de personal, tan sólo se ha efectuado un seguimiento de 24 horas a lo largo de este primer período de estudio. Destacar además que del total de animales radiomarcados, dos de ellos han perdido el collar, tras un mes de seguimiento, en el caso de la hembra 027, y tras medio año, en el caso del macho 030. En cuanto al resto de jabalíes controlados, dos de ellos, el macho 001 y la hembra 047, han sido abatidos en cacerías legales de jabalí durante la temporada 2006/2007. Finalmente el macho 002 fue atropellado por el tren el pasado mes de septiembre, no quedando al cierre de este artículo ningún animal con emisor.

 

Tabla 1: ejemplares marcados con crotal y/o emisor entre julio de 2005 y diciembre de 2006.

Seguimiento detallado de los ejemplares radiomarcados

• Hembra 027 (Narcisa)

Tras el cambio de ubicación de la trampa al Valle alavés de Kuartango, se producía la primera captura el pasado mes de Julio de 2005, consiguiéndose atrapar un grupo completo compuesto por una hembra adulta con sus dos rayones junto a una hembra subadulta. Dado el tamaño y peso de 3 de los ejemplares, se decidió su liberación inmediata tras su marcado con crotal auricular, pesaje y medición correspondiente. En cuanto a la hembra adulta, fue crotalada y se le colocó un radioemisor para su posterior control. Durante los 22 días que duró su seguimiento –hasta la localización del collar abandonado 22 días después- mantuvo una singular querencia por las escasas zonas con agua que había en ese momento en el valle, ya que recordemos que el verano de 2005 fue especialmente caluroso y seco. Así durante el escaso tiempo que duró el control, estuvo acompañada por el resto de miembros del grupo con los que fue capturada, habiéndose calculado una estimación de su área de campeo de 445 ha. La mayor frecuencia de contactos se dieron en zonas ocupadas por bosque de ribera y al menos en dos ocasiones tuvimos contacto visual con el grupo, una de las cuales fue durante el mes de febrero de 2006, después de varios meses sin radioemisor, comprobando que esta hembra iba acompañada de 3 rayones, dos de los cuales fueron capturados junto a ella en el verano de 2005.

 

Área de campeo de la hembra 027 y su grupo familiar

 

• Machos 001 (Amay) y 002 (Gou)

Fueron recapturados en enero de 2006, seis meses después de que entraran en la trampa con su progenitora. Dado que en esta ocasión su tamaño ya permitía el radiomarcaje se les colocó un collar equipado con emisor siendo liberados a las pocas horas. El seguimiento de estos animales en compañía del su grupo familiar, como se pudo comprobar visualmente en varias ocasiones, ha aportado conclusiones interesantes sobre la ecología de esta especie. Desde el primer momento han mostrado una gran querencia por un valle en concreto de apenas 150 ha de extensión y con una cubierta vegetal de pino albar con bastantes claros de pastizal y enebral. Por otra parte desde su marcaje, el grupo familiar ha permanecido unido hasta bien entrado el mes de julio, es decir hasta que los animales cumplieron los 15 meses de edad, pudiendo establecerse, en esta edad y para este grupo, el momento de emancipación de los machos. No obstante desde su segregación, ambos individuos, han permanecido, de forma separada, en la misma zona hasta su muerte accidental, en el caso del macho 002, y hasta su captura en batida, en el caso del macho 001. Los resultados del cálculo del área de campeo de ambos ejemplares arrojan valores de 529 ha para el macho 002 y de 614 ha para el macho 001.

 

Área de campeo del macho 001

 

• Macho 030 (Mino)

A primeros de marzo de 2006 era capturado un macho de 50 kg de peso y de una edad calculada entorno a los 25 meses. Desde el primer momento este individuo ha mostrado una gran movilidad intercalando diferentes tipos de hábitat como lugares de encame (pinares, quejigales y encinares), si bien, como en casos anteriores y dentro de su amplia área de campeo, ha mostrado preferencia por el bosque mixto de pino albar y quejigo, y por zonas de borde con el cultivo. El tamaño del área vital aporta una cifra de 1.121 ha en los 191 días que ha durado su seguimiento. Así, a primeros de septiembre, y tras varios días de extraña inmovilidad, fue localizado el collar en una vaguada de zarzales y espinares tras, al parecer, conseguir quitárselo al quedar enganchado en la vegetación.

 

Área de campeo del macho 030

• Hembra 047 (Leticia)

Esta hembra fue capturada a finales de Julio de 2006 junto con una hembra más pequeña. Desde el primer momento ha mostrado gran movilidad frecuentando siempre, y durante todo el verano, zonas de ecotono con cultivos de cereal. Aunque desde el principio ha mostrado gran movilidad su área de campeo ha sido pequeña, entorno a las 200 ha. Sin embargo, y tras en comienzo de la temporada de caza, su territorio se ha visto considerablemente ampliado, dando un resultado final de 933 ha. Destacar, además, que su captura, en una batida autorizada, se produjo a 5 km del lugar de marcaje. Tras el examen del animal, se pudo comprobar que en el momento de la captura estaba amamantando, al menos a 2 crías, lo que indica que el hecho de llevar un transmisor no ha impedido que esta hembra participara en la reproducción con total normalidad.

 

Área de campeo de la henbra 047

 

Ritmos de actividad

Como cabía esperar los jabalíes radiomarcados han presentado mayor movilidad durante la noche, si bien la duración de la actividad ha resultado ser inversamente proporcional a la temperatura ambiental. Es decir, durante los días más calurosos del verano, los animales no han salido del encame hasta bien entrada la noche cesando su actividad poco antes del amanecer. Por el contrario, durante el invierno y la primavera, en días nublados y frescos, los jabalíes han presentado movilidad, más o menos regular, durante prácticamente todo el día y la noche.

Destacar que en ninguna ocasión han sido localizados animales dentro de los cultivos lo que puede indicar que aunque utilizan este medio para su alimentación, permanecen en él el mínimo tiempo posible, desarrollando la mayoría de su actividad a cubierto dentro del monte. Por otro lado reseñar que en varias ocasiones hemos tenido oportunidad de comprobar como los animales han aguantado en el encame a pesar de la existencia de personas realizando labores agrícolas y forestales a pocos metros de ellos.

 

 

El impacto de la caza

Aunque el período de tiempo que ha durando esta primera fase del estudio no ha sido todo lo amplio que hubiéramos deseado, los datos recogidos sí permiten sacar algunas conclusiones respecto del impacto que la caza provoca en las poblaciones de jabalí que, por otra parte, ha sido y es, uno de los objetivos básicos del estudio.

A partir de los datos recopilados durante el final de la campaña de caza de 2005/2006 y los inicios de la 2006/2007, podemos concluir que a pesar del ingente número de cacerías que se han realizado sobre el territorio de estudio, los animales tras su huída, vuelven en pocos horas a sus lugares de encame habituales. Por otra parte, tan sólo en el caso de la hembra 047, se ha registrado un desplazamiento provocado por la caza superior al kilómetro, incluso a pesar de llevar rayones de corta edad con ella. Esto puede indicar que las jabalinas con cría, ante su mayor vulnerabilidad frente a los perros y cazadores, optan por abandonar el territorio de nacimiento en busca de lugares más tranquilos y hasta que cese el problema que provocó su marcha. En cambio los machos, con mayor facilidad de huída, prefieren permanecer en territorio conocido a pesar del riesgo que implica tal decisión. No obstante si se ha registrar un mayor aumento de la movilidad de los animales ante el inicio de la temporada de caza.

 

 

En cuanto a la tasa de supervivencia, se confirman los datos argumentados en los estudios de edad efectuados sobre el jabalí en el territorio alavés, sobre todo en lo que se refiere a la escasa media de edad de los animales y a la alta tasa de mortalidad que sufre la población. Sirva como ejemplo el dato que de los 4 animales marcados, 2 han sido capturados en batidas de jabalí y uno ha sucumbido atropellado en la vía férrea que atraviesa el Valle de Kuartango. En todos los casos ningún animal de los radiomarcados ha superado los 20 meses de edad, a excepción del macho 030 que ya contaba con 25 meses en el momento de la captura y cuyo paradero se desconoce en la actualidad.

Conclusiones

A la vista de los resultados obtenidos, y a la espera de realizar análisis más detallados que completen la información esbozada hasta ahora, se pueden ya extraer algunos datos interesantes y útiles para la gestión del jabalí.

En primer lugar queda demostrado, en coincidencia con otros estudios europeos, que los jabalíes son más sedentarios de lo que, en general, la gente cree. Hemos podido probar cómo estos animales son capaces de vivir largos períodos de tiempo prácticamente sin apenas desplazarse del mismo lugar, alternando varios lugares de encame distantes entre sí unos pocos cientos de metros. Estos lugares de descanso siempre presentan una alta densidad de matorral, aunque pueden estar situado en zonas muy cercanas a los núcleos rurales, soportando perfectamente la presencia humana.
A pesar de que los machos adultos muestran un área de campeo mayor, en general los animales se mantiene dentro de la misma zona, incluso a pesar de ser perseguidos durante las batidas de caza autorizadas. En este sentido parece que las hembras con crías se ven más afectadas por las cacerías optando por huir a mayores distancias con el riesgo que ello implica para su supervivencia. En cuanto a la ruptura natural de los grupos familiares, parece que, al menos los machos, se independizan sobre los 15 meses, aunque siguen permaneciendo en el área de nacimiento.

Con todo esto, y a pesar de que es intención de este equipo continuar con el estudio y seguir marcando animales, podemos extraer algunas ideas para la reflexión.

El sostenimiento de la caza del jabalí

Debemos meditar sobre el hecho de la escasa supervivencia de nuestros jabalíes y de que los animales que cazamos son de nuestro coto o de nuestro entorno. Ello no quiere decir que en momentos puntuales la abundancia de alimento atraiga a ejemplares foráneos, pero que, con toda seguridad, volverán a sus lugares predilectos de encame en pocos días. El hecho cierto es que cuantos más animales sobrevivan a la caza mejor tendremos asegurada la caza del año siguiente.

La caza del jabalí –hoy bastante desenfrenada debido a su aparente abundancia y a la escasez de otras especies- debe de ir tomando tintes de racionalidad y mesura. Vivimos tiempos de opulencia en los que las poblaciones parecen crecer de forma descontrolada y con una producción de daños que hace que el jabalí sea, muchas veces, menospreciado como especie silvestre. Pero no podemos caer en el error, que como hemos podido demostrar es mas mito que realidad, de que el jabalí se mueve mucho y es difícil de acabar con él por mucho que se le presione. La realidad es bien distinta, y lo que hoy es prosperidad, puede tornarse en escasez en un plazo relativamente corto. Y no sólo es la excesiva la presión de caza que recibe, sino que el mayor impacto lo soporta en sus raíces sociales, en el desarrollo de sus funciones vitales básicas. Además de provocar el ya comentado rejuvenecimiento de la población y de confiar el sostenimiento demográfico en hembras que, raramente, superan los dos años de edad, domingo tras domingo, durante gran parte del año, los jabalíes tiene que estar en movimiento en su lucha por la supervivencia.

Seguiremos investigando, seguiremos aprendiendo, pero al final, debemos de adquirir todos un compromiso de respeto y responsabilidad para que, invierno tras invierno, podamos salir a cazar con la conciencia tranquila de estar haciendo las cosas bien.


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